Originaria de Buzeins, la joven, siempre curiosa por descubrir arquitecturas diferentes, acaba de mudarse a la Isla de la Reunión.
Desde que ha probado los placeres de viajar, Pauline Lacoste no piensa más que en ello. “Llegué a la Reunión hace dos semanas y voy a dejar los CV en las agencias”, explica la joven arquitecta, originaria de Buzeins, que vivió un año en Montreal entre el máster 1 y el máster 2, trabajando en un estudio canadiense y descubriendo “una arquitectura adaptada al clima, con métodos de construcción diferentes. Allí, el invierno es largo y vivimos mucho más en interiores”.
De esta “experiencia enriquecedora”, recuerda también “la amabilidad” de los canadienses, su “mentalidad diferente”. “Siempre están de buen humor”, subraya. “Con una mentalidad más abierta que en Francia”. Una experiencia compartida, se podría decir, ya que la aveyronense vivió durante seis meses en un apartamento compartido. “¡Éramos cinco al principio, luego veinte!”, recuerda. “Con estudiantes que no tenían el mismo ritmo que yo. Dormíamos poco”.
“No es fácil encontrar Francia de nuevo”
De regreso de Canadá, Pauline Lacoste decide, antes de regresar a su país, emprender un viaje de dos meses por la costa oeste de Estados Unidos, en coche y luego en furgoneta hasta California, con amigos franceses.
“No fue fácil volver a Francia. Tuve que readaptarme”, afirma esta joven que inicia en septiembre su nuevo curso en la Escuela de Arquitectura de Toulouse para terminar su Máster 2, del que se graduará en julio de 2023, antes de irse a trabajar a Carcasona, conservando su piso tolosano. “Y vuelvo a menudo a Aveyron”, subraya. Sus amigos se burlan a menudo de ella “porque soy machista. ¡Lo tengo y estoy orgullosa de ello!”, asegura.
Pero, aunque ya es licenciada, Pauline Lacoste tuvo que aguantar. “Tras terminar el bachillerato en ciencias en el instituto François-d’Estaing, con una opción en artes plásticas, no estaba preparada para estudiar arquitectura. Era algo que me atraía, pero no creía lo suficiente en ello”, reconoce. “Así que me inscribí en la facultad de historia del arte de la escuela Jean-Jaurès”, en Toulouse. Un año durante el cual realizó varias prácticas en empresas del Aveyron “para enriquecer mis conocimientos de arquitectura y ser más creíble en las entrevistas”.
En la Escuela de Arquitectura de Toulouse
Una estrategia que dio sus frutos ya que, tras pasar siete entrevistas en siete escuelas del sur de Francia, consiguió su primera opción, en Toulouse.
Y luego comenzó estudios que la fascinaron.
“Es duro”, subraya. “¡Muchas horas de trabajo y pocas horas de sueño!”.
Estudios difíciles y exigentes, marcados por una pasantía de segundo año en la Unidad Departamental de Arquitectura y Patrimonio (Udap) de Aveyron.
“Me interesa mucho el patrimonio, las arquitecturas arraigadas en su terroir.”
Un curso en el que conoció a gente estupenda y mantuvo amistades duraderas. “¡Fue genial vivir esa experiencia con nuestro grupo de amigos!”
Antes de partir hacia la Isla de la Reunión, la joven arquitecta decidió poner en práctica sus conocimientos: un gran proyecto –“solo conservamos las paredes”– en la casa que sus padres tenían en Lozère y una renovación interior en el apartamento de una amiga en Clermont-Ferrand.
Recién llegada a la isla del Índico, y tras un periodo de instalación, quiere trabajar allí y, por supuesto, seguir descubriendo toda “la riqueza y gran diversidad de las diferentes arquitecturas, entre el norte y el sur”.
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