El fotógrafo de automóviles Cyril de Plater nos dejó repentinamente y Caradisiac tiene la oportunidad de dedicar un pensamiento a este profesional con una mirada infalible y que sabía tan bien fotografiar un automóvil como plasmar la magia de un concierto de rock. El blues era su verdadera pasión y era un excelente guitarrista. Quienes conocieron a Cyril recordarán sus bromas y su formidable humor, acompañados de una gran sensibilidad, especialmente cuando hablaba de su esposa Kamelia, fallecida hace unos años. Caradisiac también envía su más sentido pésame a sus hijas.
El autor de estas líneas ha realizado varios reportajes con él, pero me viene a la mente una anécdota. Era el verano de 2009 y nos dirigimos a Gran Bretaña para realizar varios reportajes dedicados a Rolls-Royce, por encargo de la excelente revista Automóviles Clásicos. En particular, visitamos la Hunt House de Paulerspury, el edificio que alberga la sede del club de aficionados a Rolls-Royce, así como todos los archivos (dibujos técnicos, catálogos de época, fotografías, etc.) de la marca británica desde 1904 hasta ‘to la adquisición de Bentley y Rolls por parte de VW y BMW respectivamente. El pedigrí de una gran parte de los más de 100.000 Rolls y Bentley producidos se conserva así en interminables estanterías perfectamente dispuestas y organizadas. Del nombre del modelo y su número de chasis encontramos todas las especificaciones originales, y en ocasiones incluso los nombres de sus anteriores propietarios, o incluso duplicados de facturas de mantenimiento.
El lugar no era especialmente fotogénico, pero Cyril logró capturar la atmósfera ligeramente extraña que emanaba de él. Y si no conseguimos encontrar el expediente relativo a los Rolls de Elvis Presley (que había desaparecido), me pidió una foto para arrojar una mano – evidentemente – inocente en un estante dedicado a Silver Shadows. ¡Fue el archivo del coche del propio actor y bailarín estadounidense Fred Astaire el que salió a la luz! Dicho expediente, que tenía una probabilidad entre miles de reaparecer ese día, contenía en particular la factura de compra del automóvil, fechada el 9 de noviembre de 1966 y entregada en Nueva York. De más está decir que la sorpresa fue nuestra, especialmente para Cyril, un gran amante de Estados Unidos. Hasta luego, amigo, y Disfruta de la Ruta 66.
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