Robin Wen, emoción al final del bolígrafo bic azul

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La exposición presenta un conjunto de dibujos espectaculares, entre ellos varios de su serie Delirio azul. Nobles y conmovedoras, sus composiciones ofrecen fragmentos de fiestas gratis : las siluetas de los participantes, los paseos de los perros callejeros, las lonas y otros refugios improvisados… Robin Wen se convierte en el campeón de estos jóvenes desilusionados en busca de libertad, regalándonos imágenes congeladas de sus vidas ocultas… A través de su técnica Deslumbrante, casi insolente, deconstruye los prejuicios sublimando esta subcultura transgresora y fantasiosa.

A través de su técnica deslumbrante, casi insolente, Robin Wen deconstruye los prejuicios sublimando el mundo de los partidos libres.

Capturando lo íntimo

En esta escena de beso robado titulada delirio azulRobin Wen captura un momento íntimo. En un contexto de naturaleza salvaje, dos jóvenes sentados en la hierba parecen absortos el uno en el otro. Los tatuajes, símbolos sagrados de la individualidad, se mezclan aquí con la expresión universal del amor. La monocromía azul envuelve la escena en una atmósfera muy tranquila, con un aura de ternura, creando un contraste con la apariencia contemporánea y underground de los personajes. La imagen oscila entre una realidad extremadamente banal (sentimiento reforzado por la lata colocada junto a ellos) y un romanticismo idealizado, elevando una escena de la vida cotidiana al rango de obra de arte. La perforación en la parte superior de la imagen, que recuerda las páginas de un cuaderno de espiral, añade una dimensión inesperada: evoca la fragilidad de este momento, como la página arrancada de un diario que podría perderse u olvidarse. Claire Leblanc, curadora y directora del Museo de Ixelles, describe esta obra con absoluta sensibilidad: “Hay abrazos cuyo ardor e intensidad se combinan con la dulzura y la pureza. […] Los cuerpos se funden, se fusionan y los rostros son absorbidos con una tensión y fluidez únicas del artista.” (Texto de introducción de Robin Wen, p.11)

Robin Wen es el campeón de estos jóvenes desilusionados en busca de libertad, y nos regala imágenes congeladas de sus vidas ocultas…

Fractales Cósmicos

Con su serie titulada LucesRobin Wen explora el mundo de las fiestas nocturnas capturando los patrones de luz que cobran vida allí. Estos cuatro grandes formatos, presentados en cuadríptico, forman parte de un conjunto de una veintena de obras donde la luz, apareciendo en composiciones repetitivas y multiplicadas, se convierte en abstracción. A primera vista, estos puntos de luz, suspendidos sobre un fondo azul intenso, resultan familiares: recuerdan los destellos que flotan en la oscuridad de las noches festivas. Sin embargo, al llevar la abstracción a su clímax, el artista nos invita a ir más allá de esta referencia para cuestionar nuestra mirada. Entre lo figurativo y la abstracción, estos grandes formatos nos sumergen en sus profundidades, evocando a su vez una visión cosmológica, una constelación lejana, una exploración microscópica, una ventana abierta al infinito… Robin Wen nos explica: “Quería jugar con las luces que percibimos en la oscuridad y multiplicarlas en fractales, para ganar en abstracción”. Este enfoque crea una sutil tensión entre la sugerencia de una realidad tangible y una forma de disolución.

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Pierre-Yves Desaive, crítico de arte y curador del departamento contemporáneo del RMBAB, arroja luz sobre esta producción: “Robin Wen abandona el dominio de la realidad para producir formas inventadas, diseñadas a partir de patrones existentes que manipula hasta el punto de hacerlos imposibles de identificar, lo que lleva a una cuasi abstracción. […] las formas no se añaden al fondo azul sino que se restan de él. De hecho, es el color del papel el que produce los tonos blancos rodeados, a veces ligeramente invadidos, por un cielo azul como la tinta creado con un bolígrafo.” (Texto de introducción de Robin Wen, p.19)

Robin Wen, Caissons, 2024, bolígrafo sobre papel, 110 x 100 cm ©Eleven Steens y el artista

Sistema de sonido sacrificado

Por primera vez descubrimos el enfoque de Robin Wen en su dimensión espacial. De hecho, Eleven Steens alberga dos instalaciones, cada una tan extraña como la otra para cualquiera que no esté familiarizado con el mundo y la cultura de fiestas gratis.

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La instalación sonora titulada Hoguera reúne cajas de madera quemadas, creando una escena que es a la vez brutal, nostálgica y sagrada. Esta propuesta, que evoca sacrificio, se inspira directamente en una escena llamativa: los organizadores de una fiesta rave prendieron fuego a sus cajas para evitar que se las confiscaran. Esta obra resucita este momento evocando una extraña y simbólica fogata. Aquí se destruye el objeto que une a las personas a través de la música. Sin embargo, conserva todo su poder evocador. Estas cajas, diseñadas para transmitir frecuencias musicales específicas, son casi silenciosas. Casi… Escuchen. Uno de ellos susurra. Se escapa un sonido ahogado. Lo escuchamos como el eco lejano de un tiempo pasado. Al no poder atravesar las paredes quemadas de la caja, la música del interior queda amortiguada. Como un cementerio abandonado, estas cajas, a veces inclinadas, a veces ancladas en el suelo, evocan los restos de noches pasadas. Aunque nos aparecen en su forma cruda, Robin Wen cuida las apariencias. La madera negra quemada deja al descubierto sus grietas, dando a estas reliquias que generan un universo distópico un carácter refinado y muy sofisticado. Y no es casualidad que esta madera, resultado de una técnica tradicional japonesa (llamada Shou Sugi Ban o Yakisugi), se utiliza muy habitualmente en arquitectura y diseño contemporáneo por su aspecto crudo y oscuro pero muy estético, así como por su durabilidad. Un material que induce tensión, entre belleza y destrucción.

Robin Wen, Campfire, 2024, madera y sistema de audio, dimensiones variables. ©El artista y Eleven Steens

Un tótem entre surrealismo y rito iniciático

Esta instalación, titulada Cabeza con rastasimpresiona por su estructura extraña y casi mística: una inmensa columna de rastas, cabello largo enrollado y trenzado para formar mechones gruesos y compactos. El cabello, similar a la lana, se trenzaba y luego se fieltraba con un peine y un pequeño gancho, técnica utilizada por los “dreaders” para obtener esta apariencia orgánica única. El artista nos cuenta que crear una rasta es un ejercicio laborioso que en parte confió a Sara Stordeur, especialista en crear este peinado a menudo asociado a personas que se identifican con subculturas y/o optan por estilos de vida alternativos. Con una paciencia inagotable, la joven trenzó cada mechón con minuciosidad y precisión artesanal.

Compuesta por casi doscientas rastas de dos metros de altura, entrelazadas con la participación de Pauline Dornat, artista textil, esta escultura de cabello que flota a pocos centímetros del suelo escapa a cualquier categoría. Cercano al objeto ritual, evoca el arte tribal, los objetos sagrados de África pero también de América del Sur… Ciertamente, el carácter étnico se ve sacudido por la dimensión surrealista del conjunto que intriga y desafía. Cabeza con rastas Se erige como un tótem moderno, fusionando influencias culturales y símbolos de comunidades alternativas, al tiempo que evoca un artefacto de otra época o realidad. Una obra que invita al espectador a cuestionar el vínculo entre identidad, ritual y transformación. ¡Sin duda, Robin Wen es sorprendente!

  • Robin Wen. exposición individual Dibujos donde once Steens, Rue Steens 11, 1060 – Saint-Gilles, www.elevensteens.com Cuándo Hasta el 15 de diciembre, sábado y domingo de 14 a 18 horas.

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