Cuando la fotografía es como

Cuando la fotografía es como
Cuando la fotografía es como
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La comunidad LGBTQIA+ ha abrazado la fotografía desde su invención en el siglo XIX. El medio se impone como soporte para la renegociación permanente del yo en su relación con el mundo, así como como herramienta activista.

Si en el siglo XIX aún no hablábamos de fotografía queer, el movimiento ya existía y sus características evolucionaron con el tiempo. En aquella época, “identificamos rastros de fotografías con juegos de género y sexualidad, y notamos muchas imágenes que representan parejas homosexuales”, especifica Marion Cazaux, estudiante de doctorado en historia del arte contemporáneo en la Universidad de Pau especializada en la cuestión de género. Las fotografías, centradas en el hogar y la vida cotidiana que contiene, presentan pocos personajes y revelan historias de amor, transición y liberación, pero también viajes de vida marcados por la enfermedad. Suelen ser collages o estampados coloridos que, a través de su pequeño formato, evocan lo íntimo. “La fotografía queer nos permite crear espectros de visibilidad, crear arte hecho por y para personas queer, con un vocabulario específico y elementos que solo ellos entenderán. continúa Marion Cazaux. Podemos ver referencias a nuestras figuras artísticas tutelares, pero también a acontecimientos importantes como los disturbios de Stonewall. [une série de manifestations qui eurent lieu à la suite d’une descente de police dans un bar new-yorkais, en 1969, et qui sont considérées aujourd’hui comme les premières luttes LGBTQIA+, ndlr] o los años del SIDA. »

Un cierto número de artistas son parte de un proceso de reapropiación de símbolos culturales, que les permite esbozar otras narrativas articuladas en torno a su realidad. Luego se repiten historias de alienación y resistencia, de manera diferente, ante los ojos del observador. “Incluso si creamos heterotopías [un concept, théorisé par le philosophe Michel Foucault, qui renvoie à des lieux concrets ayant un rapport avec l’imaginaire, ndlr], encontramos vínculos con la sociedad en general. Le respondemos jugando con los códigos que ella ha establecido. Pienso en las fotos recientes de Jean Ranobrac, conocido por haber inmortalizado la escena drag. Trabaja con figuras de la historia y la mitología del arte occidental. Toma el vocabulario de la fotografía heterosexual y logra volverla homoerótica inspirándose en artistas queer como Kehinde Wiley, un pintor afroamericano que recompone momentos de la historia occidental reemplazando personajes blancos con personajes negros. En sus obras, Jean Ranobrac da espacio a los homosexuales, que no han tenido ninguno en la historia del arte occidental. Con otro enfoque, Zanele Muholi ofrece un espacio a personas queer racializadas, a menudo minorizadas, al representar a miembros de la comunidad LGBTQ+ sudafricana. Es importante descentrar la mirada y multiplicar los puntos de vista”, apoya a Marion Cazaux.

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