Yasuhiro Ishimoto, el gusto por las formas y la fotografía documental

Yasuhiro Ishimoto, el gusto por las formas y la fotografía documental
Yasuhiro Ishimoto, el gusto por las formas y la fotografía documental
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Ni verdaderamente japonés ni totalmente americano. Es en los vaivenes y entretiempos donde se trazó el destino incomparable de Yasuhiro Ishimoto (1921-2012). Este fotógrafo de nítidas imágenes en blanco y negro, que siguió siendo poco conocido, fue, sin embargo, un transmisor crucial de la modernidad en la posguerra. Ensayos formales y niños de la calle de Chicago, visiones radicales de la villa imperial de Kioto y visiones urbanas oníricas: una exposición en BAL, en París, « Yasuhiro Ishimoto. Líneas y cuerpos”, acompañado de un magnífico libro publicado por Atelier EXB, revela su aguda mirada y la amplitud de su obra, también en equilibrio entre varios polos: la fotografía documental, la atención a lo humano y el gusto por las formas.

La vida de Ishimoto se construyó en zigzag, en una sucesión de coincidencias más o menos felices. Nacido en San Francisco en una familia de agricultores japoneses, luego criado en Japón, sus padres lo enviaron de regreso a California a los 18 años para estudiar agricultura y escapar del servicio militar japonés. Pero en 1939, en Estados Unidos, los ciudadanos japoneses eran considerados sospechosos. Fue enviado a un campo de internamiento en Amache, Colorado, donde permaneció durante toda la guerra. Luego aterrizó involuntariamente en Chicago.

La ciudad sería para él una base: durante los años que pasó en el Instituto de Diseño, escuela de vanguardia fundada por el húngaro László Moholy-Nagy y heredero de la Bauhaus alemana, aprendió a encontrar su personal gramática visual, dibujar su marco y crear composiciones a partir de objetos, sombras y materiales.

El fotógrafo Harry Callahan, que enseña allí, también le anima a salir del estudio para afrontar los descubrimientos y los accidentes de la vida. Y es en esta tensión entre experimentación formal y visión social donde Ishimoto encontrará su estilo. En sus imágenes, cuerpos tumbados en la arena, piernas de clientes en una tienda y niños afroamericanos disfrazados de Halloween imponen una marcada presencia gracias a la extrema atención que se presta a las líneas, los ángulos y los contrastes.

Fascinado por esta arquitectura austera

Pero es en Japón donde Ishimoto dejará una huella imborrable. Cuando regresó allí en 1953, tras catorce años de ausencia, en misión para el director del departamento de fotografía del MoMA de Nueva York, Edward Steichen, ya no conocía este país. Habla japonés vacilante. Esta distancia le permite echar una nueva mirada a Katsura, la villa imperial de Kioto, contemporánea del Palacio de Versalles.

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