José Gamarra es el pintor más discreto de París. Su última exposición individual en Francia tuvo lugar en 2008, en Arcueil (Val-de-Marne). Sus exposiciones son más frecuentes en Uruguay, su país natal, y en América Latina. ¿Por qué nos sorprende tanto que hayan tenido que pasar veintidós años para que una galería parisina volviera a presentar un conjunto de sus cuadros, antiguos y recientes? Porque pasó la mayor parte de su vida en los suburbios parisinos y porque inventó y renovó una pintura política muy singular.
Nació en Tacuarembó (Uruguay) en 1934. De 1950 a 1956 estudió en la Escuela de Bellas Artes de Montevideo. A partir de 1959, enseñó en Sao Paulo, Brasil. Su pintura, pictogramas abstractos organizados en una geometría más o menos estricta, lo hicieron notar. En 1963, fue invitado a la 3mi Bienal de jóvenes artistas de París, donde ganó el premio de pintura. Y allí, aunque no hablaba francés, decidió quedarse.
Hace sesenta y un años, y él sigue allí, en su taller de Arcueil. Cuando se le pregunta por qué esta elección, responde primero que sintió ” Está bien ” en Francia; que fue invitado a participar en la Bienal de Venecia el año siguiente, en 1964, y que le resultó más fácil y rápido estar en Francia. “Fue una cadena de acontecimientos, todo sucedió por sí solo. El Estado francés me había comprado cuadros, así que mis recursos estaban asegurados. Me invitaron al Salón de la Jeune Peinture y a otros lugares. En 1965, la galería Mathias Fels [à Paris] Me invitó a participar en la exposición “La Fête à la Joconde”, patrocinada por Duchamp”.
Obra denunciatoria
Entre los artistas que conoció en esa época, cita dos figuras de la figuración narrativa, Hervé Télémaque (1937-2022) y Bernard Rancillac (1931-2021). París era sobre todo el punto de convergencia de novelistas, poetas y artistas sudamericanos. “Nos conocimos en la Galería del Dragón [dans le 6e arrondissement]. » Fue allí donde José Gamarra conoció al poeta Édouard Glissant (1928-2011), quien se convertiría en uno de sus amigos más cercanos y en el prologuista de sus catálogos para la galería de Albert Loeb (quien lo defendió hasta su cierre en 2015). “También estaban los cinéticos, Soto y los demás. No coincidíamos en lo artístico, pero sí en lo político”.
La política: un tema central desde finales de los años 60. En 1973, los golpes de Estado pusieron en el poder a generales en Uruguay y Chile. Esto ya había sucedido en Brasil desde 1964. Ocurriría lo mismo en Argentina en 1976. “A partir de 1973 ya no pude regresar a Uruguay. La embajada me había confiscado el pasaporte. Solo pude viajar gracias a un salvoconducto emitido por Francia.” Estos acontecimientos aceleran la metamorfosis de su pintura: se vuelve figurativa, narrativa y alegórica.
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